martes, septiembre 18, 2007

Terror romanorvm

Lucius Quietus cayó al suelo. El arma del bárbaro le había sesgado la espalda. Él, tirado en el suelo, desangrándose. El enemigo, alzando su falcata para darle el golpe de gracia. El tiempo corría más despacio que de costumbre.
El legionario romano sujeto fuerte la empuñadura de su espada, y en un rápido movimiento, separó los pies del cuerpo del bárbaro. Este se precipito al suelo; nada más tocarle, el romano le atraveso la garganta con la misma espada. La sangre, de un rojo intenso, salpico su ennegrecida cara.
Con enorme dificultad, se puso de pie. El espectáculo era horroroso. El suelo de aquel camino pedregoso se había teñido de la sangre de sus compañeros soldados. Su centurión, Iulus Mamercus Luscus, yacía muerto en un pequeño riachuelo. No tenía el brazo derecho.
Lucius Quietus se desmayó, su cuerpo se desplomó, la herida de su espalda sangraba a borbotones.

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