Barajamos las cartas que nos dael destino. Pensamos la mejor estrategia. Afrontamos los obstáculos y planificamos con astucia los pasos y aún con la delicadeza de un gato, las trampas se tienden como cercos y los miedos engr¡endran cadenas de pánico.
Sufrir es humano, asumirlo, y usar esa fuerza para ayudar a las personas justas de corazón es engrandecerse a uno mismo. Un prestigio que ni con orgullo mancha
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